La historia de una perra bautizada por tercera vez como Chusta
es como tantas otras. Cuando nos conocimos tenía ya un segundo nombre en su
vida: Manuela.
Llegó a mi vida en enero de 2004, yo estaba embarazada de
Julia pero todavía no lo sabía. Era viernes. Calculé su edad aproximada sobre el año.
Ratulí, por aquel entonces, se echaba la siesta en el sofá
con Jordi, si podía.
A ella la volcaron una noche sobre la alambrada de la
protectora Huellas (en Ávila).
No podía permanecer allí, sus compañeros eran demasiado fieros y
corpulentos.
Yo buscaba un perro para alguien que lo quería para otro
alguien.
Manuela no era lo que esperaban.
Manuela no era lo que esperaban.
Las chicas del albergue estaban avisadas del trance y aún
así me animaron:
-“Si no la colocas nos la traes el lunes. Ya bastante favor
que la atiendas este fin de semana, no podemos dejarla con los demás, ni sola en
la oficina”-
Lo que esperaba, me sorprendió nada:
-“¡Ay no! Queríamos un cachorro y… macho”-
Llegué a devolverla con un cuajo tal que Isabel, al verme llegar así, se
preocupó por mi desazón.
-“No te preocupes, llévatela de nuevo.”- Me dijo.-“Le buscaremos familia activamente y te llamo”-
Y así fue, como de costumbre, no fallaron.
Habían organizado un viaje a Alemania (donde adoptan
responsablemente a los perros que en España vilmente descuidamos) y tenían un
hueco para Chusta.
Pero… el roce, a veces, no sé porque, hace el cariño.
-“Lo siento chicas, se queda con nosotros. Muchas gracias
por las gestiones. Pero ya imaginármela solita en un transportín en la
bodega de un avión…Ya no puedo”-
Y así, sin parirlo nadie, quedó ampliada la familia.
Han pasado ya más de siete años. Y todavía me pregunto por qué la quiero, porque desde luego da
más trabajito del esperado. Será porque es guapa la rubia.Comprendo tus traumas, mejor que nadie, tú lo sabes. Aquí seguiremos con la terapia.
Pero si cada día he de seguir fregando tus meadas… Comprenderás que, aunque te quiera mucho…Te llore poco si desde el cielo de los perros San Pedro te llamara.
¡Desastre de rubia! ¡Qué hartita me tienesssssss...!
Nube, otra con la que te ponen los cuernos. Pobre Nube, al final solo yo me acuerdo de tí.
ResponderEliminarLo cierto es que a ratitos la mataría, tu ya lo sabes, pero en el fondo no se si volvería a dejar despegar ese avión rumbo Alemania sin ella. Creo que yo también empiezo a comprenderla.
ResponderEliminarMi Nube... ha sido la perra de mi vida. Cuando ella murió yo había pasado más de la mitad de mi vida con ella. Ya sé que tú, Santi, no te olvidarás tampoco fácilmente de ella.
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