Otra vez desde Carmen.
Estamos cerca; nos vemos poco. Pero está claro que compartimos mucho.
Soy de la misma opinión:
Quizás si dejáramos de adorarnos el ombligo todavía seríamos capaces de arreglar algo.
La felicidad suele estar en lo que nos queda cerca del corazón, en lo que podemos desarrollar con nuestras manos, nuestro intelecto, nuestro lenguaje, nuestras orejas ... Para ofrecérselo a quien nos quiere.
Por Fernando Sánchez salinero.
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