Con la firme esperanza de poder contar
con vuestra ayuda para encontrar una solución, quisiera compartir algunas
inquietudes que, como madre, me preocupan. Especialmente la desmotivación en la Escuela y como afecta
este problema, muy directamente, sobre la calidad de la enseñanza y la
convivencia en el seno de las familias.
Las causas supongo que serán diversas. Como,
por ejemplo, la no consonancia de lo que se pretende enseñar y la madurez del
niño o el desfase entre el Método de Enseñanza aplicado en las aulas y el resto
del entorno donde actualmente se desarrollan nuestros hijos.
Esta desmotivación en cada alumno, dentro
del grupo de una misma clase, se expresa de diferente manera: Unos se distraen con ellos
mismos, otros distraen al resto de los compañeros, otros faltan el respeto a
los de su alrededor (riéndose de otros alumnos o encarándose al profesor),
otros no paran en la silla, otros denotan cierta irritabilidad e, incluso,
agresividad y otros lloran o desean no tener que acudir al colegio.
La clase se vuelve un caos, el maestro desespera
y el buen humor vuela lejos. Las sonrisas se evaporan, supongo que, a la misma
velocidad que las ganas de aprender y de enseñar.
Las familias, por otro lado, no debemos olvidar la importante misión de forjar en
casa dos pilares imprescindibles: La Empatía y el Respeto.
Pero para educar e integrar a un niño en
la convivencia con los demás se necesita tiempo familiar de calidad, de
tranquilidad, para jugar, para compartir, para charlar, para gastar físicamente
energías... Esta disposición no siempre es posible. Entre otros motivos porque,
las tareas escolares y el tener que explicar lo que no fue posible exponer en
clase, invaden nuestra intimidad.
No se puede atribuir a los maestros toda la responsabilidad de la
educación.
Ni dentro de los hogares deberíamos sufrir
el fracaso de la enseñanza.
El método de enseñanza sí se puede y se
debe criticar. Pero siempre lejos de los oídos de los niños.
No olvidemos que maestros y padres estamos
del mismo lado.
Y es que, aun siendo las primerísimas
víctimas de este sistema los alumnos, no somos menos víctimas los maestros y
los padres. Casi al mismo nivel de hastío.
No me tachéis de "anti-sistema".
Porque nunca he desacreditado a un maestro frente a mis hijas. Ellas siempre han
sido obligadas en casa a hacer deberes. Acudimos a todas las reuniones y tutorías a las
que nos citan, así como también solicitamos otras tutorías voluntariamente,
ya que nos concierne directamente comunicarnos
y compartir ideas con los profesores, confiando en poder considerarnos todos
(maestros, padres y alumnos) forjadores de un sistema mejor.
Así que, como además no es intención
estancarse en una inútil crítica, enumeraré ciertas propuestas que considero constructivas
y parecen compatibles con cualquier Método de Enseñanza:
1º. Promover temas de estudio y métodos de enseñanza que sean más aplicables a
la vida real.
Se aprende mejor cuando encontramos
dónde aplicar lo aprendido.
Por ejemplo, que los niños se
escribieran correspondencia con otros niños, de otros colegios e incluso de
otros países, es motivación para mejorar
la capacidad de redacción y expresión.
A los niños debemos proponerles esfuerzo,
sí claro. Pero con argumento y nunca desvinculado de la alegría. De esta manera, el esforzarse, saldría de sí mismos.
Por otro lado, habría que valorar la
instauración de la Educación por Proyectos o cualquier método que se parezca.
2º. Desligarse del libro de texto.
Existen otros guiones para seguir. El libro
de texto no debería dominar el espacio en el aula ni debería dominar el tiempo.
El maestro lo debería valorar como una herramienta más y no como un lastre que mal
condiciona más que beneficia.
Además, como a veces también me toca
estudiar, he vivido la experiencia de sufrir la pésima calidad de las
explicaciones de muchos de estos textos. Que pretenden ser más llamativos para
los alumnos con un ridículo desorden en sus párrafos. De tal manera que no hay quien lo entienda.
En todo caso, ni maestros ni padres, si nos encontramos ante
tales calamidades, debemos expresar nuestro desánimo a los alumnos.
Porque, si han de seguir un libro... que lo hagan con ilusión.
3º. No se debe presionar con prisas.
Es mejor que se entienda correctamente
sólo una parte del temario que no llegar
a la meta habiéndolo visto todo sin saberse bien nada.
De cualquier manera... ¡Qué reine la
tranquilidad! Los temarios se repiten
curso tras curso. Siendo un triste motivo, a su vez, para más desilusión y falta de atención.
4º. Mandar para casa lo menos posible.
En todos los centros educativos se
deberían aplicar los lógicos Protocolos de Deberes. Es una idea sencilla
y del todo cabal que aplaudo desde el corazón.
Tutores de curso y especialistas se
organizan para no coincidir mandando demasiadas tareas en un mismo día.
¿Deberes? Bueno... pero útiles, motivando y con moderación.
De la misma manera no deberían coincidir
dos exámenes en una misma fecha.
Debemos recordar también que la
realización de tareas para casa nunca puede ser exigida por el centro escolar como una obligación.
5º. Toda tarea para casa debe ser enviada pensando en la capacidad madurativa del niño.
Estas tareas deben ser cuidadosamente seleccionadas. El niño las debe de interpretar, comprender y solucionar solo. Sirviendo su corrección en clase para valorar si los conocimientos están siendo correctamente aprendidos o detectar niños que tengan algún problema concreto en su asimilación.
Deben ser textos sin erratas y que no conlleven nociones, gramática, ni expresiones que el niño no domine aún.
Cualquier tarea que necesite la colaboración obligada de un adulto sólo conduce a la frustración del niño porque pensará que él no está capacitado para desarrollar lo que le encomiendan.
Si se le ayuda rutinariamente también se conduce a la acomodación, esperará a que se lo expliquen antes de esforzarse en entenderlo solo y, para colmo, muchas veces regresan al colegio con el ejercicio corregido. Lo que supone que no necesiten prestar tanta atención en clase. Y aumente su desmotivación.
Cuando pregunto, por las supuestas virtudes que aportan los deberes, me dicen que son para crear un hábito. Pues, ya es suficiente hábito el tenerse que levantar temprano de lunes a viernes, tener que acudir determinados días a determinadas horas a sus actividades o dedicarle el cuarto de hora que se supone que se necesita en cada asignatura para su repaso diario.
Me dicen que son para generar niños más autónomos. Cuando, está comprobado que, los que sacan adelante las tareas es porque en su casa reina una firme supervisión. Y, sin embargo, los niños a los que nadie ayuda, a los que nadie motiva acumulan deberes y suspensos en sus evaluaciones. Generando una clara brecha socio-cultural.
Me dicen que son para afianzar los conocimientos aprendidos en clase. Cuando, resulta que, su realización es tan repetitiva y tediosa que los niños acaban realizándolos como máquinas, sin ilusión. Su meta es acabarlos lo antes posible para poder hacer otra cosa y, a los deberes, se les termina prestando la mínima atención.
Disculpadme pero... virtudes pocas.
6º. No mandar deberes cuando al día siguiente haya examen u otras actividades que necesiten plena atención.
Estudiar y repasar ya es suficiente
responsabilidad. En todo caso bastaría con algún
ejercicio, de repaso, pero sólo de la asignatura examinada.
Así como, cuando vayan a tener Música en
el colegio...por favor no más tareas para casa el día anterior. Así
podrían ensayar tranquilos y hasta divertirse con las melodías exigidas.
7º. Premiar con tiempo libre el buen trabajo realizado durante las horas
lectivas en el aula.
No mandar deberes los
viernes si se ha trabajado bien durante el resto de la semana. Ni en vacaciones
si superan las correspondientes evaluaciones.
Esto es un gran aliciente para que
presten atención y se responsabilicen más conscientemente de su tiempo en la
escuela.
El tiempo libre es muy necesario, no
puedo imaginar mejor remuneración tras una fructífera jornada de prestar
atención y aprendizaje forzoso.
Seguirán aprendiendo libremente con su lectura favorita, acompañando a sus familiares y amigos, viajando,
cocinando en casa, cuidando a sus plantas, alimentando y paseando a sus
mascotas, viendo películas u obras de teatros, escuchando música, saltándose
los horarios... Y , lo que es más importante, jugando o aburriéndose un
rato.
8º. Nunca mandar realizar ejercicios que luego no vayan a ser corregidos de
forma conveniente.
Los niños, y también los adultos,
necesitamos que se valore nuestro trabajo y encontrar en nuestras tareas una
utilidad.
Corrigiendo sus ejercicios encontrarán,
también, una compensación a su
esfuerzo. Además de ser su única oportunidad de enmendar algunos errores de
aprendizaje.
9º. Personalizar, en lo posible, la atención al niño en el aula y también en sus
tareas extraescolares.
Porque nunca dos personas serán iguales,
ni tendrán desarrollada el mismo tipo de inteligencia.
Si trabajan lo que ya controlan se
aburren. Y desperdician tiempo que deberían aplicar en solventar otras
lagunas personales.
10º. El autoritarismo
estricto, la doma vaquera y la obediencia ciega no son valores que debamos
promocionar.
Porque anulan la autoestima del niño y su
capacidad de criticar y elegir.
Profesores y padres debemos merecernos el disponer de esa autoridad con los
niños. Hay que saber brillar ante los más jóvenes y pequeños. Darles motivos para que confíen en
nosotros. Somos las personas a las que deberían admirar y escuchar para que,
finalmente, fuesen ellos mismos los que quisieran seguir una estela.
11º. Promocionar las disciplinas que conlleven actividad física.
Siempre es positivo. La energía hay que
gastarla. Porque casi es más beneficioso para el alma que para el cuerpo. La
primera recomendación para el tratamiento de cualquier problema de ansiedad.
Si deseamos mantener a un niño sentado
en una silla mientras se imparte una clase teórica, desarrollando una actividad
intelectual, seguramente necesite otro rato similar de intensa actividad
muscular.
Por favor, en caso necesario de amonestación, se deben dar explicaciones y buscar consecuencias lógicas alternativas
(no meros castigos) que nunca supongan obligar al niño a quedarse de forma sedentaria
sin recreo o sin su clase de Educación Física.
12º. Usar más y mejor las
asignaturas artísticas.
Permitir a los niños expresarse
libremente en sus clases de Plástica, evitando tareas tan sumamente
preformadas y definidas como las que actualmente se les encarga.
Ellos, mediante las técnicas que se les
expliquen, deberían poder innovar, probar, pensar, experimentar, mancharse,
equivocarse, rectificar ellos mismos...
13º. Alentar el desarrollo del pensamiento lateral o divergente.
Para la resolución de un mismo problema
existen muchas veces otros caminos que quizás no vengan explicados en los
libros de texto.
Se debería valorar más el ser imaginativo,
intuitivo y resolutivo que el aprenderse la lección cual papagayo.
14º. No se debe presionar a los niños exponiéndolos problemas de los que ellos
no son causantes y, mucho menos, cuando no está en sus manos la solución.
Ellos no son culpables, por ejemplo, de que
se haya iniciado la aplicación de otra nueva Reforma Educativa. Ni son
culpables de que maestros y centros educativos quieran entrar a competir en ciertos
informes comparativos y clasificatorios.
Ellos tampoco son culpables, en su caso,
de hallarse a un nivel de conocimiento inferior al esperado y tener que alcanzar, en un determinado
periodo de tiempo, otro más elevado.
Son los maestros los profesionales
formados y preparados para forjar una escalera con peldaños a la medida que los
alumnos puedan subir. Y no se debe presentar ante los niños una muralla que,
desde el principio, parezca inexpugnable.
Debemos entender que la presión
no es motivación, sino todo lo contrario.
15º. Evitar la
competitividad entre los alumnos.
Esto es el punto que me parece más
difícil de solventar. Porque viene arrastrado desde Educación Infantil, donde unos ya
colorean mejor y otros se salen alarmantemente de la raya. Unos terminan la
ficha y otros... no.
Se conseguiría una mejoría no dando
tanta importancia a la calificación numérica y nunca decir en
voz alta las notas personales de cada cual ante el resto de la clase.
Por el contrario, sería más positivo buscar
la forma de promocionar la colaboración entre los compañeros.
Por ejemplo, creando entre ellos listas
de ofertantes (altruistas) y demandantes de conocimientos. Y que se dediquen
tiempo mutuo a ayudarse entre ellos.
De esta manera quizás empiecen a
comprender las ventajas del trabajo en equipo.
16º Razonar siempre lo que
se debe memorizar.
De no ser posible, explicar técnicas de
estudio prácticas como: enseñar a subrayar, resumir, esquematizar y trucos
mnemotécnicos útiles y llamativos.
17º. Exigirle a las nuevas
tecnologías practicidad a la vez que veracidad.
Aprendamos a ser críticos, a cotejar la
información, a usar enlaces y páginas que sean dignos de confianza.
Me dijo un día, ya muy lejano, una buena
profesora que la finalidad no debería ser sabérselo todo (porque es imposible),
llenando el coco de datos innecesarios. Lo fundamental es razonar y saber dónde
buscar luego la información. Conocer buenos libros, buenas páginas
en Internet y tener buenos contactos, también humanos.
18º No castiguéis al grupo
entero cuando no sepáis quien ha ocasionado la molestia.
Porque demostramos claramente que
toleramos la injusticia.
Por otro lado, a un consabido culpable
se le deberían de explicar el porqué se espera de él otro comportamiento:
porque somos una tribu y debemos colaborar por el bienestar de toda la
sociedad, porque la libertad de cada uno
acaba donde empieza la de los demás, porque no debemos aplicar en otros
lo que no nos gustaría para nosotros mismos... Típicos tópicos que se suelen
repetir mil veces para luego olvidar.
Tampoco pretendamos que se acusen unos a
otros. Porque debemos pretender lo contrario: Que los compañeros de clase sean precisamente
entre ellos, eso, buenos compañeros.
Ni pretendamos que se sinceren y se
acusen a sí mismos públicamente. Porque, ante esta presión, el intencionado
infractor callará. Sin embargo la persona sincera, que haya cometido
involuntariamente un error, se delatará. Pudiendo quedar estigmatizada, de
alguna manera, por el resto de sus compañeros.
19º Deberíamos conseguir el cumplimiento de las normas no mediante amonestaciones, sino inculcando el convencimiento de que es por el bien para nosotros mismos
y los demás.
Quisiera puntualizar que no considero
del todo adecuado, por ejemplo, el uso del Carné por puntos. Que funciona de similar
manera que el de Tráfico para los adultos.
Sería mejor educar personas que
entendieran que el cumplimiento de las normas ocasiona su propio
bien y el de los demás. Y así podemos vivir más seguros. Que comprendieran que
la vida cómoda y segura como ahora la
entendemos no sería posible de otra manera. Me gustaría que mis hijas
cumplieran las normas por esto y no por el miedo a que les quiten un punto o
cualquier castigo similar.
20º Acabando...
Busquemos, entre todos, la manera de
formar personas respetuosas, empáticas, creativas, colaboradoras, resolutivas,
con buena autoestima, con capacidad crítica y, por tanto , con capacidad de
elección.
Y demos importancia a otras disciplinas
vitales, de las que se aprende de igual manera tanto en casa como en la escuela,
como pueden ser:
La sexualidad, la nutrición, la información
sobre drogas, el acoso escolar, el machismo y los micromachismos, el maltrato
dentro del hogar...
Parece que nuevos y mejores métodos se
vienen introduciendo en el 2º Ciclo de Infantil. Entonces, es ahora cuando más se
necesita proseguir la misma evolución en Primaria. Para que los niños en 1º de Primaria
continúen con la ilusión por aprender y por crecer. Que vean las
ventajas de seguir caminando hacia su madurez y su autonomía. Y que esto no
suponga un amargo camino para ellos.
En 1º de Primaria se debería iniciar la enseñanza
más básica (como podría ser la lecto-escritura), ya que es el primer curso
dentro de la escolarización obligatoria. No tienen sentido aquí exámenes, ni
notas, ni suspensos, ni aprobados.
Cuanto más tempranamente acabemos con el
desánimo, mejor nos irá.
Claramente, la posibilidad de acabar con
la desmotivación, el desgaste y esa alta Tasa de Abandono Escolar Temprano,
está quemando en nuestras manos.
Verdades como puños. Enhorabuena Alejandra!
ResponderEliminarGracias :-)
ResponderEliminarTienes mucha razón. Ojala lleguen tiempos mejores, aunque con el actual panorama lo dudo.
ResponderEliminarSigue asi!
Avi Paco
Gracias Avi. Cada vez estoy más convencida de que, si queremos cambiar algo, debe ser desde abajo. Hay que organizarse. Porque si esperamos los arreglos de los que están arriba... estamos jodidos.
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