Me ha hecho gracia. Hemos estado las tres jugando con la consola a intentar cantar, aunque sólo hemos conseguido bocinar un rato. Y, al ver un vídeo de Pablo Alborán, Julia me ha preguntado-afirmado: –Mamá, éste es guapo ¿no?-
Ustedes juzgarán.
La duda, en un principio, no parece muy
razonable.
Aunque si se parece a su madre...
Nunca he buscado ningún ídolo para poner la foto en la carpeta. Para
uno que disfruté... resultó que era, prácticamente, de prestado.
Os lo voy a
explicar.
En plena preadolescencia tuve una vecina, requeteguapa, que
me adelanta unos cinco años.
Alguien fácil de admirar porque, además de seguir resultando ser un gusto el tan sólo mirarla, es risueña, ocurrente y afectuosa.
Uno de mis mejores
planazos para aquellas tardes, después de las tediosas clases, era que me mandaran de recados con ella y que me llevase al pueblo, en aquella moto FDS de cross, a por pan o a por yogures.
¡Hasta ver el sorteo de la Lotería de Navidad con ella, para mí, era una fiesta!
El caso es que cuando estrenaron la película de "Top
Gun", allá me fui al cine con mis amigas. A la única sala que existía en la Colonia de Torrelodones. Coincidimos las dos, en la cola de la taquilla; ella comentaba lo guapísimo que era ese chico que íbamos a ver en la gran pantalla. Mi intriga no era pequeña.
Pues resulta que después de tragarme toda la chulería del susodicho , de comprobar que era el más ligón de los ligones, de
tener aquel vehículo de dos ruedas tan impresionante y ser el más valerosos de los pilotos de
combate habidos y por haber… Todavía, al salir del cine, tuve que preguntar que
quién era el guaperas. Sorprendentemente no me había quedado claro.
Alguien me lo precisó ¡Menos mal! No quería yo que, a quien tanto sigo admirando, sospechara de aquella, mi franca ignorancia.
En poco tiempo ella
creció y maduró, se deshizo habilidosamente de aquella banda de Miss Pavo que
me tocaría lucir a mí. Y me regaló el gran póster de Tom que adornaba una pared de su
habitación . Entonces, él se convirtió en el único ídolo de adolescente que he llegado a
tener.
¡Con aquella macrofoto, tan orgullosamente heredada, de su primerísimo primer plano en el mejor ángulo de mi cuarto!
¡Con aquella macrofoto, tan orgullosamente heredada, de su primerísimo primer plano en el mejor ángulo de mi cuarto!
Gracias a que alguien me reveló, a la salida de aquella desconcertante sesión de cine, el significado de “ser guapo” en nuestro
descalabrado y superfluo ámbito social...
Poco antes, con estar enamorada del Anthony de "Candy
Candy" ya tenía yo suficiente.
Julia está pasando, quizás algo prematuramente, un trance similar.
Desde Ashitaka a Pablo Alborán.
Parece que mal gusto, del todo, no va a tener.
Aunque sé que ella es muy capaz de mirar con otros ojos, para poder discernir entre la verdadera belleza y cualquier infructuoso barniz, por llamativo que éste sea.
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