PRIMARK discrimina a las madres lactantes.
PRIMARK discrimina a las madres lactantes.
Aparte de esto, he aquí otra explicación, espero
que clara aunque poco concisa, del por qué nunca he comprado en el famosísimo
Primark. Aunque lo haya intentado.
Hace poco más de un año era el
comienzo de otro verano. Mi marido necesitaba unas camisetas, de las normalitas.
Como coincidió que estábamos cerca, fuimos a un nuevo y lujoso centro comercial al noroeste de Madrid. Allí habían abierto una tienda del cojonudísimo
Primark. Me habían hablado en varias ocasiones de las maravillas de esta
cadena: que tenían ropa muy modernita y por muy poquísimos euros.
Como íbamos con las ideas muy
claras y… no recuerdo bien, pero supongo que con poco tiempo, nos dirigimos derechitos
a las camisetas de caballero y… sí, mucha variedad, muchos dibujitos graciosos
y muy bien de precio. Así que recopilamos unos siete modelos.
Incapaces de encontrar los probadores, tuvimos que preguntar por ellos.
Incapaces de encontrar los probadores, tuvimos que preguntar por ellos.
-Están en la otra planta-
Pues bueno…raro…que una tienda
tan grande, que ocupe dos plantas sólo tenga probadores en la otra.
¡Vamos de paseo con las
camisetas!
Llegamos y, por supuesto, había
cola para entrar. Bueno, ¡Qué bien! ¡Una tienda en la que no se notaba la
puñetera crisis!
Allí, controlando, una empleada
con adiestrado desparpajo.
Cuando llega nuestro turno, como
había un número máximo de prendas permitidas para pasar, quedamos en que Jordi
pasara cuatro y que yo pasaría con las tres restantes.
La chavala del desparpajo nos
dice que bien, pero que los probadores están separados por sexos y que él debe
pasar a un pasillo por la derecha y yo al de la izquierda.
Me quedé tan ojiplática que no supe reaccionar.
-Bueno, pues pasa con alguna y
luego sales a por las otras, te espero aquí-
Eso sí, por lo menos si vas solo,
las chicas te guardan el resto de la ropa en un cestillo y así puedes seguir
probándote sin perder la ocasión.
Desde luego esperando no me
aburrí.
Cada vez flipaba más.
Mi indignación crecía por
momentos. Me daba vergüenza ajena. Me sentía gusanito por no tener los ovarios
para gritar justicia donde olía a sometimiento.
La dependienta, en todo caso,
estaba bien entrenada. Hablaba con tanta determinación que allí no rechistaban
ni pequeños ni mayores.
Incluso se permitió mofa tras la
marcha de un cliente que, hartito de esperar con los zapatos en la mano para finalmente
no poderlos pasar, con mucha educación, casi se los estampa en la cara antes de
partir un tanto crispado.
-Jajaja ¡Por lo menos me ha
deseado que pasara un buen día!- le decía con sorna a otra compañera que, a su
vez, contaba voceando los minutos que le quedaban para pirarse.
Llegó otra cliente con zapatos…-¡Los
zapatos no se pueden pasar!-
Y una voz que cada vez se hacía más
tenue contestó: –Es que me los quería ver puestos
con el vestido…-
-Los zapatos no se pueden pasar
¡Déjemelos aquí!-
Chitón, la señora pa´dentro sólo
con el vestido.
Ver como l@s veinteañero@s se
quedan esperando a su chic@s como
perrillos adiestrados en vez de estar disfrutando con el cuerpazo de su
compañer@ en el probador ya es triste.
Pero que llegue una pareja de jubilados,
de los que en su juventud, si no han vivido la batalla, seguro han vivido la
postguerra. De los que acostumbran a acompañarse a todas partes, no ya por
gusto, sino por necesidad. De los que entrarán en aquel pasillo y no podrán
siquiera discernir cuales probadores están libres. De los que es probable que
no puedan abrocharse y desabrocharse la ropa ellos solos.
Qué vayan agarrados y
encorvaditos a pasar al probador con unas cuantas camisas. Y...
-¡Señores, cuántas prendas
llevan? ¡De todos modos no pueden pasar juntos al probador!-
Me resultó curioso que lo
asumieran tan fácil a la primera.
-Bueno, tú te vas probando… Y vas
saliendo al pasillo a que yo te vea, eh?- Le dice ella a él con dulzura,
insuflando tranquilidad.
-Sí, vale-
Y así lo hicieron.
Y yo allí, testigo mudo. Ojos
como platos, boca cerrada, cabeza rezumando.
A Jordi le gustaron un par de
aquellas baratas camisetas.
Según íbamos, camino a pagarlas, le
voy comentando lo vivido y le digo que, en caja, pensaba pedir la hoja de
reclamaciones.
Pero él que es más vergonzoso
que yo, si cabe, no estuvo de acuerdo conmigo: que serán las normas de la empresa y si no
te gustan te vas a otra. Que él, para eso, pues que no compra allí y punto. Dejó
todas las camisetas allí apelotonadas y salimos de allí, para no volver jamás.Que en sitios así mejor ni comprar.
Como diría mi padre: “Yo allí no
he comprado nunca, ni pienso comprar más”. Pues eso.
Hoy en día todavía me arrepiento
de no haber hecho aquel escrito. Me he quedado con las ganas de que se enteren
de por qué los hemos mandado a cagar. De por qué han perdido unos clientes hasta
la eternidad.
Y es que opino que la dignidad y el
respeto están por encima de otras cosas.
Y, personalmente, cuando tenga que
comprar barato prefiero ir al mercadillo de los puestos ambulantes, que allí
puedo decidir en todo momento quien quiero que me acompañe y aquellos tenderos podrán
tener más o menos academia pero me
tratan como a una reina. Como tratan a todos los demás.
Que me esperen bien sentaditos a
mí los del dichoso Primark.
Y ahora, para colmo, me entero de
que en algunas de sus tiendas echan a las madres con sus bebés por darles allí de
mamar.
Gracias a que el mundo se mueve, puedo unirme a la causa desde aquí:
Gracias Patricia una vez más. Por
mantener el arrojo, que siempre tienes y el tiempo, que bien sé que te falta, para
el apoyo a una causa tan importantísima como la divulgación y defensa de los
beneficios de la Lactancia Materna.
Espero que en un futuro cercano
esta lucha deje de ser tan necesaria.
Totalmente de acuerdo Ale! Una verguenza, lamentablemente aplicable en ambos sentidos. Podría colapsar Facebook con anécdotas de mis queridas y educadas clientas de majadahonda..La última? Una histérica a la que no se le hizo un cambio sin tiket. Al pedirle que por favor no me gritase me contestó que hubiese estudidado una carrera.. yo pensé: "vieja esperpentica, con los títulos de todas nosotras hago una cacabaña en el árbol a tus hijo borja y sus amigos". Pero tuve que sonreir amablemente y darle las gracias por no ponerme una reclamación por seguir unas normas (que me las traen...) de un tal amancio..
ResponderEliminarAhhh .. no soy anónimo, soy tu prima carlota. Y para que la gente se ubique hablo de massimo dutti de majadahonda. Donde la educación y la dignidad son palabras muy largas que no pegan con "IDEAL" y "CARDIGAN"
EliminarBueno Prima... más vale tarde que nunca.
ResponderEliminarAgradezco tu aportación. Nunca hay que olvidar mirarse en el espejo.