No todos los días son tan buenos en las labores cotidianas de un veterinario de campo.
Y aunque, al principio, se puede llegar a pasar un poco de miedito con el padre de la criatura rondando por allí, sin ganas de hacer nuevos amigos...el final, esta vez, bien merece la pena.
Las prácticas y aparatos obstétricos pueden pareceros no gozar de la suficiente delicadeza pero, en este caso, sí fueron necesarios.
Y este choto, además, es de los afortunados.
Aquí no se llega a ver pero cuando se levante, dentro de muy poco rato, podrá estar con su máma y tomar teta.
Me gustaba ir con Jordi de ronda, acabar comiendo los dos solos en una hamburguesería desierta un día de Navidad...
Pero tener hijos cambia las cosas.
Ahora es Julia la que a veces quiere y puede hacer la escapada.
P.D. Hace mucho tiempo que no vemos al ayudante de aquel día y al intrépido cámara. ¡Un abrazo chicos! El tiempo y la distancia no siempre causan olvido.
Muchas gracias por el homenaje que le haces mi pan nuestro de cada dia. Desgraciadamente no siempre es así de fácil y satisfactorio, tu ya lo sabes.
ResponderEliminarYo me alegro cada dia por poder hacer lo que me gusta, incluso con sus sinsabores.
Lo se. !Vaya, no se poner tildes con este cacharro nuevo! !Ni abrir la exclamación!
ResponderEliminarEhhh yo en una ocasión también pudé acompañar a Jordi... una noche, una llamada de urgencia, un choto que no respiraba, Jordi no sé ni que hizo y despúes de mucho esfuerzo se puso de píe y se junto a su mama...
ResponderEliminarUna experiencia preciosa!
Gracias Jordi por dejarmela compartir!!!
BESO MAESTRO