Para bien o para mal, por distintas circunstancias, en esta vida me ha tocado algún que otro peregrinar. Ello ha conllevado el tener que despedir, recibir, conocer gente... algunas de estas personas me han concedido el privilegio de considerarse mis amigos... y muchos, aún hoy, siguen siéndolo.
Gracias por estar ahí.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Coco no, Lisha

Julia, se crió de otra manera... parecida... pero distinta.
Julia tomó biberón, con leche de fórmula, a partir de los nueve meses. Los motivos serían largos de explicar.
Julia a partir del año sólo tomaba el pecho dormida, porque despierta ya lo rechazaba.
Julia a sus trece meses dejó, definitivamente, la teta.
Julia dormía en su cunita, con su chupete, y yo la miraba mientras deseaba hacerme pequeñita, tan pequeñita como para meterme allí con ella hecha un ovillo ligero, sin molestar y poder soñar a su son. Cerca pero lejos, en la misma habitación (que, eso si, compartimos hasta que cumplió los dos años), yo esperaba su mínimo gesto como pretexto para sacarla de allí y meterla en nuestra cama.

Con Luisa, han sido algunas más las ventajas.
Ya no he tenido que desear empequeñecer para rozar nuestras caras al dormir, porque la he mantenido, desde el minuto uno, a mi vera y hemos dormido las dos, desde entonces, de un tirón, sin tener que levantarnos en todita la noche.
Ella, con veintidós meses, no sólo no rechaza el trago de leche de mamá sino que lo demanda, a grito pelado, si hace falta. Le importa poco el momento o el lugar.
Su consuelo ha resultado no ser un chupete, sino otra vez el mismo pecho.
No le importó lo más mínimo que guardásemos su cuna (cuando cumplió un año) porque, total, ella nunca la usó... ni para pasar el rato.

Ojalá hubiera asumido mejor la información cuando nació Julia, ojalá hubiera dejado aflorar un instinto más poderoso, ojalá hubiera conocido entonces a ciertas personas cercanas y Mágicas. Y eso que tuve muy buenos referentes hace seis años, como Mónica, Macu, Txita, Cristi...Pero, en la lejanía, me vi pariendo en un hospital con un protocolo obsoleto (ya comentado), peleando contra un pediatra que me comprendió menos que lo hubiera hecho un pedrusco, con un bebé siempre justo de peso que descendía de percentil en cada revisión...en fín... ¿Qué os voy a contar que no sepáis? Pero... ¿Qué melancolía hay que no se espante, en un minuto, cuando me acurruque ahora junto al Coco a soñar, sintiendo tan cerca su respirar?
Si me pudiera oír me reprendería moviendo su dedo de lado a lado cerca de su naricita, justo por debajo de una desafiante mirada:
-"Mamá... Coco no… ¡Lisha! Coco no”-
Cualquier día me la como.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me interesa tu opinión. Por faaaaaa... Deja tu comentario: