Para bien o para mal, por distintas circunstancias, en esta vida me ha tocado algún que otro peregrinar. Ello ha conllevado el tener que despedir, recibir, conocer gente... algunas de estas personas me han concedido el privilegio de considerarse mis amigos... y muchos, aún hoy, siguen siéndolo.
Gracias por estar ahí.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Lo que sé de economía.

He escuchado en la radio lo que también mariposea en mi cabeza: 

Esto ya empieza a no sentirse como crisis. Pareciera que este concepto nos lleve a pensar en algo puntual y pasajero. Que después de la crisis volveremos  a ser como éramos antes.

Pero igualmente estoy convencida de que no. Esto es el inicio de un profundo cambio. De los de verdad.

Debemos hacernos a la idea de que el escenario va a cambiar. O mejor dicho: Va a dejar de ser un burdo decorado  para mostrarnos el mundo más desnudo. El real.

Porque sí es verdad que la más famosa y apestosa burbuja se está desinflando; de parecido modo deberán ir reventando las demás. 
Prácticamente nada de lo que tenemos, de lo que hemos ido comprando estos últimos años se corresponde con el valor del importe torpemente pagado. Nos creemos en posesión de algo y tenemos nada.

El sistema ha fallado.

Hace tiempo que  abandonamos la senda verde que nos hubiera hecho fuertes y sostenibles. Vivimos en ese escenario que se desmorona bajo nuestros pies. Podridito.


Ellos se han enriquecido haciendo…. ¿Qué? Prestando… ¿Qué servicios? a la comunidad. 

Por ejemplo: Si trabajamos, realizamos, producimos, servimos, construimos…y vendemos, por lo que podemos considerar su justo valor = coste materias primas + cubrir otros gastos + porcentaje para ganarte la vida dignamente. 

Debería ir  bien. Todos deberíamos tener nuestro lugar desde el que poder colaborar para  seguir moviendo la rueda, nos sintiéramos útiles y  obtuviésemos  un honrado jornal o, lo que es más importante, un merecido reconocimiento social.

Pero si tú trabajas, realizas, produces, sirves, construyes… y te lo compran por la mierda que te quieran pagar…Porque, por ejemplo,  eres un ganadero que no puedes almacenar los litros de leche que has ordeñado porque es perecedera y tus compradores, además,  acuerdan impunemente el mínimo precio que frecuentemente no es el justo.

O eres un número industrial al que finalmente, por narices van a explotar, porque sino ahora sí que te vas derechito a la calle. Ahora sí que hay millones de personas que aceptarán ese mismo trabajo sin rechistar. Porque no hay otra.

Porque a los dirigentes mundiales  parece que sí les ha interesado vernos a  todos iguales. 

No se han propuesto conseguir que los que trabajan, a miles de kilómetros de distancia, bajo un mandato dictatorial, en condiciones infrahumanas -para que aquí, hasta el último mono, nos podamos permitir jugar con la más novedosa tecnología- mejoren sus circunstancias. 

Sino que los que hemos conseguido básicos derechos  laborales renunciemos a ellos. Así, para los grandes empresarios,  los costes de producción podrán llegar a ser parecidos… y todavía se ahorrarán el porte. 

Por otro lado están los ladrones que dirigen los bancos; que ahora van y me cobran comisión de mantenimiento de la cuenta, me quejo y me la devuelven al momento: 
-“Perdona, ha sido un error”- 
¿Cuántos otros miles de usuarios no se percatarán del desliz? ¿Les devolverán igualmente los euros robados?
Y nos falta el barniz final que intenta  toscamente disimular grandes  imperfecciones, porque les ha interesado verse tan brillantes en sus palabrerías. 
Esos políticos de andar por casa -en zapatillas- que han movido los hilos por la pasta rápida abusando de  los favoritismos sin control.  Y han gestionado el dinero público de la peor de las maneras. Mientras nos distraían con discursos vacíos de resolutivos contenidos,  rebosantes de inútiles insultos y carentes de cualquier cortesía.

Esto se desnivela.

Así no se puede. 

Nuestro mundo de primera resulta que no era indestructible.

 Y si mi padre me ha contado que con un solo trozo de tocino y algunos garbanzos comían él y sus ocho hermanos;  que su mejor juguete era una caja de cartón atada a un cordel; que los Reyes Magos no podían acordarse de ellos cuando fueron niños… y poco a poco, aún obligado a salir de la escuela con once años, fue forjándonos un futuro cada vez mejor; 

yo les relataré a mis nietos -que me mirarán con los ojos como platos- que en este país teníamos de casi todo: Ropa de distintos colores para cada ocasión, escuelas y sanidad gratuitas para todos, comida (traída  de lejanos lugares) que sobraba, daba varios días la vuelta a la nevera y acababa en la mismísima basura, que el pan duro no nos gustaba, que podíamos vivir  a kilómetros de donde trabajábamos y mover cada día un coche que consumía gasolina, que teníamos refrescos y cervezas en casa por si venían los amigos, que no nos privábamos de anuales vacaciones ni de las cañas , cada fin de semana, en los bares…

Por ahora puedo considerarme poco ostentosa, tengo varios uniformes: Para ir a trabajar, mi jersey de cuello alto; para currar, lo que me dan allí  y para eventos más importantes, el mismo traje que estrené en mi boda. No todo el mundo sabe que en otros casamientos también voy  vestida de novia ;-) Ropa,  zapatos y accesorios de hace años. Paso de las modas. Un coche que circula totalmente desapercibido.

Pero tampoco me ha gustado renegar de lo que la vida me ha ofrecido y vivo con las comodidades que me puedo permitir.

Sí, podéis pensar que soy otra de tantas cínicas comodonas de las que atisban  los problemas con su manta sobre las rodillas, sin llegar a asomarse ni siquiera a la ventana. Desde mi casa colaboramos con asépticas aportaciones para Ayuda en Acción, Greenpeace y Cruz Roja.  Pero no alivian mi conciencia. Pienso muchos días en alistarme a un programa de voluntariado de la zona, en volver después de tantos años a donar sangre o recoger perritos abandonados o llamar a mis familiares que lo necesitan. El tiempo corre, mi vida se consume -entre trabajo y crianza- y no doy el paso. Pero sé que lo haré.

Por ahora mis dominios son los de una mujer que intenta educar a sus hijas para que sean de lo más versátiles y amoldables, que sepan guardarse de lo ingrato sin dejar de ser empáticas con  los demás y que recuerden que la única economía posible para que su tribu sea sostenible es la productiva – que los castillos en el aire sólo se mantienen en las coloridas páginas de los cuentos- asociada a un comercio justo y que, a su vez, deberán dejar  saneado el planeta para disfrute y aprovechamiento de las generaciones que están por llegar, practicando un ecologismo responsable.

No sé como debería llamarse la asignatura. Pero que salgamos con estudios, incluso superiores, 
sin saber interpretar una nómina ni una hipoteca, 
sin saber lo que debemos echar en cada contenedor de reciclaje, 
sin saber que nuestro primer alimento natural es la teta y que a los bebés les gusta dormir acompañados, 
sin saber que las princesas de la fotos están operadas y -para colmo- foto-retocadas 
y que no se debe valorar a nadie por lo que tiene sino por lo que es; 
entre otras mil inopias.   
Es una pena.   
Yo lo pienso enseñar. 
En mi casa y en la fundación viajera de colegios a institutos que crearemos… Algún día, sé de alguien que me va a apoyar.

2 comentarios:

  1. Fantásticas tus reflexiones. Yo ya las conocía.
    Desgraciadamente, la voluntad del hombre, al ser colectiva y nunca estar de acuerdo unos con otros, hace que la verdadera ley que rige la economía sea algo muy parecido a la Ley Natural. Charles Darwin describió la evolución de las especies, la selección natural y la adaptación. Pues yo creo que leyes muy parecidas actúan en la economia y la sociología y por nuestra natural tendencia a tirar del carro en diferentes direcciones, no tenemos capacidad para influir en ellas a largo plazo. Que la selección natural funcione, significa que los sistemas sociales y económicos se van transformando y adaptando a las circunstancias planetarias. Escasez viste de austeridad y abundancia de despilfarro, y nosotros, criaturitas ignorantes nos dejamos llevar por el momento. Adaptarse o morir. Algunas sociedades y modos de vida morirán y tal vez otros se adaptarán y evolucionarán. Pero la ley natural es de todo menos dos cosas: Justa y piadosa.
    (PD: sabes bien quien te apoyará)

    ResponderEliminar
  2. Uff.Negro panorama.
    Lo peor es que ciertos modos de vida, que podrían ser por si mismos sostenibles, son machacados también por las civilizaciones que se hunden.
    Debe ser mejor seguir siendo esas criaturas ignorantes y... pa´lante.

    ResponderEliminar

Me interesa tu opinión. Por faaaaaa... Deja tu comentario: