Para bien o para mal, por distintas circunstancias, en esta vida me ha tocado algún que otro peregrinar. Ello ha conllevado el tener que despedir, recibir, conocer gente... algunas de estas personas me han concedido el privilegio de considerarse mis amigos... y muchos, aún hoy, siguen siéndolo.
Gracias por estar ahí.

viernes, 13 de mayo de 2011

Antonia Sánchez Gallego

El 11 de marzo de 2004 yo estaba embarazada, desde hacía apenas dos meses.
Si era niña, a todos agradaba el nombre de Julia.

Si hubiera sido niño, desde que leí en el País Semanal el reportaje Vidas rotas (donde se publicaron, con permiso de sus familiares, bosquejos de recuerdos biográficos de víctimas fallecidas en el atentado), mi nombre elegido fue Bruno.

Una de las mujeres que viajaba en aquellos trenes perdió dos vidas.
Una de las embarazadas que ese día no llegó a su destino, tampoco llegó a su semana 20, tampoco llegó a oír:
-Es un niño-
-Pues le llamaremos Bruno-
Aquel Bruno quedó grabado en mi memoria. Supongo que para siempre. Por la similitud que, en aquellos momentos, si no se hubieran cruzado con aquellas mochilas, hubieran alcanzado nuestras vidas.

Igual que ha quedado hoy, al repetir esta mañana Juan Ramón Lucas su nombre, al explicar que ha muerto cobijando a sus hijos de la lluvia de escombros, pudiendo salvar así la vida de los pequeños. Antonia Sánchez Gallego, si algún día futuro me cruzara con tus hijos, tendría que haber perdido yo el juicio para no recordarte.

Hoy estoy con todas las víctimas del terremoto en Lorca y recordando otras vidas, en el pasado robadas.
No me olvido de los que se han marchado, no puedo actuar como si no hubiera sucedido, nunca me ha gustado dejar de hablar de ellos, de reírles y llorarles. Mi falta de cielo, y de infierno, delimita una parcela para que habiten mi corazón. Y deseo que ellos se hayan llevado de mí, aunque sea, un gramito de mi amor.
Mis condolencias a sus seres queridos.

Jueves (La oreja de Van Gogh)




Si fuera más guapa y un poco más lista, si fuera especial si fuera de revista.
Tendría el valor de cruzar el vagón y preguntarte quién eres.
Te sientas enfrente y ni te imaginas que llevo por ti mi falda más bonita
Y al verte lanzar un bostezo al cristal se inundan mis pupilas

Y de pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista.
Apenas respiro, me hago pequeñita.
Y me pongo a temblar.

Y así pasan los días, de lunes a viernes, como las golondrinas del poema de bécqer.
Y de estación a estación, en frente tú y yo, va y viene el silencio.

Y de pronto me miras, te miro y suspiras.
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista.
Apenas respiro, me hago pequeñita.
Y me pongo a temblar.

Y entonces ocurre, despiertan mis labios, pronuncian tu nombre tartamudeando.
Supongo que piensas qué chica más tonta y me quiero morir.

Pero el tiempo se para, y te acercas diciendo...
Yo aún no te conozco y ya te echaba de menos.
Cada mañana rechazo el directo y elijo este tren.

Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado, un día especial este 11 de marzo.
Me tomas la mano, llegamos a un túnel que apaga la luz.

Te encuentro la cara, gracias a mis manos.
Me vuelvo valiente y te beso en los labios
Dices que me quieres y yo te regalo...
El último soplo de mi corazón.

2 comentarios:

  1. Me has emocionado.... gracias por compartir un pedacito de tu corazón, gracias por hacerme sentir más humana leyendo estas lineas.
    Besos.

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  2. Gracias a ti, por dejarme compartirlo conmigo.
    Muchas veces lo único que podemos hacer es no olvidar.
    Un abrazo.

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